viernes, julio 09, 2010

Puaj


A falta de examinar los argumentos jurídicos de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre los artículos nulos e interpretables del Estulto, tenemos que conformarnos con los argumentos de barra de bar que políticos, sindicalistas, rectores, periodistas, colegios profesionales, curas y gente subvencionada en general están soltando en Cataluña desde hace días, y que los ciudadanos están haciendo suyos con entusiasmo.

La televisión pública catalana está haciendo un esfuerzo titánico estos días en hacernos entender a todos que la dignidad de Cataluña está en juego, y que pobre del antipatriota que mañana por la tarde se vaya de rebajas (algo que pienso hacer) en lugar de acudir a la manifestación que tiene por lema subliminal la independencia de Cataluña ("Somos una nación, nosotros decidimos"), con el socialista iznajarí José Montilla a la cabeza.

En TV3 se ha llegado a mezclar (Francesc Sanuy, programa Divendres del miércoles de la semana pasada) a los jueces del llamado Trío de la Maestranza con el caso Arny de presunta pederastia en un pub de Sevilla hace casi quince años. En TV3 se ha llegado a asegurar (mossèn Cuní en su interminable programa de las mañanas el martes de la semana pasada) que de la sentencia se desprende que ahora podrían obligarle a emitir en castellano su programa. En TV3 se están emitiendo anuncios de Òmnium Cultural invitando a acudir a la manifestación, como un corte publicitario más.

Si en la televisión pública catalana se afirmase que la astrología es una ciencia exacta, que el hombre nunca llegó a la Luna o que la Tierra es plana, saldrían a la palestra con toda razón una multitud de catedráticos de Física poniendo el grito en el cielo. En cambio, la televisión pública lleva bombardeándonos dos semanas, afirmando que la dignidad de Cataluña está por encima de cualquier tribunal español, no aparece ni un solo catedrático de Derecho Constitucional protestando por semejante dislate jurídico que nos deja a la altura de Hugo Chávez. Bueno, sí, en TV3 sí aparece un catedrático de Derecho Constitucional, antes y después de la sentencia: Javier Pérez Royo.

Antes pensaba que Cataluña, que había sido el motor de España, se había convertido en un cenagal. Ahora, ni eso. Somos una especie de agujero negro que absorbe todo atisbo de sensatez en pro de la pàtria.