lunes, abril 14, 2008

Ligeramente fatigado, Celestino Corbacho se conforma con dedicarse sólo a ser ministro


Tiempo habrá para comentar todas las nuevas caras de este gobierno que tantas tardes de gloria nos va a dar, hecho a imagen y semejanza de Zp, a golpe de cuota territorial y genital. Me permitirán que le dedique una especial atención a un personaje ya conocido por estos lares, don Celestino Corbacho i Chaves [¿seguirá mantiendo la i?], que deja los cargos de alcalde de Hospitalet, presidente de la Diputación de Barcelona, vocal del Consejo General de Fira de Barcelona, vocal de la Federación Española de Municipios y Provincias, presidente del Institut del Teatre, presidente del Museo Marítimo de Barcelona, presidente del Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, secretario de política municipal del Psc y secretario de política municipal del Psc de Hospitalet para ser Ministro de Trabajo.

No me extraña que haya optado por renunciar a tal multiplicidad de cargos y se conforme con ser ministro, quizás ligeramente fatigado por semejante cantidad de tareas que atender. Se marcha de Hospitalet el hombre que controlaba todo cuanto ocurría en la ciudad, porque él era quien todo lo pagaba: desde la más numerosa asociación cultural andaluza hasta el más modesto club d'esplai, pasando por las asociaciones de vecinos, las comisiones organizadoras de fiestas, el periódico local buzoneado a domicilio con periodicidad quincenal o hasta el club de rol. Como su antecesor. Celestino Corbacho se marcha de Hospitalet dejando el consistorio como se lo encontró: renovando mayorías absolutas casi búlgaras merced a una ciudadanía que ama el gasto público exacerbado, las corruptelas, las subvenciones y prebendas a dojo a modo de caciquismo del siglo XXI. Se marcha sin oposición conocida, como su antecesor. Se marcha hablando de transformación de la ciudad (un sintagma clásico en la retórica corbachil), pese a que fuera de Hospitalet sólo se habla mal de la ciudad y de su gente, sus quillos, sus multicines. Se marcha compensando el deficit de las cuentas municipales con unos espectaculares resultados económicos en materia de urbanismo, construyendo rascacielos, una ciudad judical que dudosamente cumple con la normativa de separación mínima entre edificios y hoteles de cinco estrellas en Hospitalet, algo que sin duda ha sido una novedosa aportación a la austeridad histórica del socialismo obrerista.

Se marcha, también como su antecesor, a mitad de mandato. Esto es tradición en el Psc, y otro día le dedicaremos más tiempo: el Psc tiene tanta fuerza en el área metropolitana de Barcelona que se puede permitir que sus alcaldes accedan al cargo por vía hereditaria en lugar de a través de las urnas, y nunca he conocido a ningún votante suyo al que eso le importe lo más mínimo, pese a que sea un fraude a los ciudadanos que depositan su confianza supuestamente no sólo en unas siglas sino también en una persona.

Del papel de Celestino Corbacho como ministro, no sé qué podemos esperar. Su obsesión neurótica por el gasto público me hace temblar. Su declaración inicial de "Nadie me ha regalado nada" también me hace temblar: un poco de memoria, ministro, que hay metáforas que las carga el diablo. Dicho esto, y viendo el perfil de los nuevos ministros y de los que repiten, no me cabe duda de que Corbacho va a ser uno de los más brillantes. Lo cual no sé si dice mucho en su favor.

Addenda. Oh Dios mío, más desafortunadas metáforas.