miércoles, noviembre 28, 2007

La ricofobia (I)


Hay tres tipos de ricos: los que han heredado, los que han robado y los que se han hecho millonarios gracias a su esfuerzo personal. Los primeros me producen indiferencia, los segundos el más absoluto desprecio y los terceros la mayor de mis admiraciones. Pero eso no es la postura común en nuestro país.

Es un hecho: ser rico está mal visto. Es un convencionalismo social perseguir, justificadamente, conductas como la xenofobia, el racismo, la homofobia o el antisemitismo (en ocasiones incluso por la vía penal) y, en cambio, todo ese convencionalismo se torna en completa indiferencia cuando el colectivo rechazado, criticado o discriminado gratuitamente es el de los ricos.

Tener una idea, crear una empresa, trabajar duro y producir algo es un grandísimo acto de generosidad que crea riqueza y empleo, y proporciona un servicio a la sociedad. Que encima reporte pingües beneficios es sólo la consecuencia directa de todo lo anterior, pero está terriblemente mal visto. Yo, como no soy nada generoso sino más bien egoísta, nunca podré ser rico.

No creo que la causa más probable de ese odio a los que atesoran una pequeña o gran fortuna sea la envidia, sino una especie de imperativo moral que nos dicta que el más débil siempre tiene la razón y por lo tanto hay que defender a los pobres frente a los ricos. Y dado que yo no creo en esa falsa contraposición (pobres contra ricos, pobres a causa de los ricos) que aún está en el fondo de todo discurso socialdemócrata de hoy día, quizá sea una buena idea dedicar algunos posts en defensa de las clases medias y altas, que son claramente las más desfavorecidas en Europa.

(continuará)