domingo, octubre 22, 2006

Por qué no quiero votar a Ciutadans


Es cierto, de acuerdo, Ciutadans es una formación que, surgida desde la sociedad civil y sin ningún corsé monetario-apoltronado que limite su discurso, está defendiendo una concepción de Cataluña esencialmente liberal y frontalmente opuesta al nacionalismo como elemento fundamental del quehacer político diario. Critica, *a priori* con menos complejos que el Partido Popular, la ideología nacionalista y demanda una revolución democrática que envíe al baúl de los recuerdos al stablishment económico-sociopolítico subvencionado que lleva campando a sus anchas en la vida pública catalana en los últimos 30 años a costa de nuestros bolsillos.

¿Por qué, si Ciutadans parece sostener unas convicciones más firmes y más claras que el PP, voy a votar al masticado Piqué y no al joven Rivera? Para empezar, porque Ciutadans es un experimento de izquierdas. Y no lo digo por ningún hooliganismo pepero ni por ninguna voluntad mía de separar el espectro ideológico en dos compartimentos estancos e irreconciliables: lo digo porque la culpa de la apoteosis actual del nacionalismo periférico en Cataluña, Galicia y País Vasco la tiene la izquierda, y es la izquierda la que debe reconstruírse a sí misma, si quiere, vaya.

Pese a algunas vacilaciones puntuales (muchas menos de las que vocea FJL para poner en evidencia a Piqué, y muchas menos de las que vocea Polanco para poner en evidencia a Acebes), el Partido Popular de Cataluña viene defendiendo sin descanso un modelo de sociedad libre, sin políticos que digan a la gente qué es y qué debe ser, sin periódicos subvencionados, sin policías lingüísticos, sin provincianismos identitarios, sin micronaciones basadas en sentimientos primarios y sin Mónica Terribas. Una época en la que Rodríguez Zapatero se dispone a desmantelar el Estado con tal de sacar al Partido Popular del sistema para perpetuarse en el poder no parece la más adecuada para castigar al PP por supuestas tibiezas: los que creemos que España necesita dos grandes partido nacionales que sustenten el sistema constitucional para garantizar la libertad y la igualdad de todos los ciudadanos no podemos colaborar en el desmantelamiento del único partido nacional que queda. En tiempos de vacas gordas uno puede entender el castigo que recibió el blando Alberto Fernández Díaz en 1999 reemplazando a Aleix Vidal-Quadras, pero con la que está cayendo votar al PP es un sencillo acto defensivo.

Si de verdad existe una izquierda regeneracionista en Cataluña, que lo demustren los progres: que voten al partido de Boadella en lugar de apoyar a Montilla o abstenerse, pero a mí que no me pidan que vista un santo para desvestir a otro. Y ya de paso, si tan transparente es Albert Rivera que hasta muestra su cuerpo serrano, bien podría revelar qué otra candidatura concurrió al congreso fundacional de su partido, y por qué la mantienen en secreto.

Josep Piqué es el mejor candidato de cuantos concurren a la presidencia de la Generalitat, y en la campaña no le estoy escuchando precisamente ninguna reserva en denunciar los desmanes de la coalición trespercentista CIU-PSC que se nos avecina de aquí a diez días. Si los ciudadanos catalanes que creen en las políticas liberal-conservadoras le dan su apoyo, el Partido Popular iniciará un cambio de tendencia electoral en estas elecciones autonómicas; la gaviota del PP remontará el vuelo y alcanzará las más altas cumbres dejando a los socialistas rupturistas con su vulgar aleteo propio de un colibrí.