viernes, mayo 26, 2006

Mañana puede ser peor


Tras la dictadura, en España se llevó a cabo un gran esfuerzo que dio lugar a una inicialmente débil democracia. Los, a mi juicio, tres de los elementos más significativos de la España constitucional proyectada en 1978 fueron

1) la figura de un jefe de Estado por encima de las pugnas políticas coyunturales, sin atribuciones ejecutivas ni adscripción ideológica

2) la existencia de unas instituciones consensuadas por todos, no cuestionadas en la batalla política diaria, dirigidas a servir a los ciudadanos y no a servir al poder

y 3) la lealdad tácita entre todos los actores de la res publica, incluyendo por supuesto la separación de poderes.

¿Qué queda de todo ello? Los casi treinta años de democracia no pueden ser calificados como ejemplares. Hemos tenido crimen de estado, hemos tenido saqueo de fondos públicos, hemos tenido y tenemos administraciones que rinden culto al nacionalismo identitario por encima de cualquier preocupación por los intereses de los ciudadanos, hemos tenido y tenemos grupos terroristas tolerados y en ocasiones enaltecidos por un pequeño sector de la población, hemos tenido leyes de educación dirigidas a destruir cerebros adolescentes y hacer proselitismo ideológico, hemos tenido promesas de regeneración democrática que no han reformado y liberalizado todo lo que anunciaban, hemos tenido y tenemos una judicatura politizada, de trincheras.

Tenemos, empero, el consuelo de que hoy día nos va bastante bien: cada día que pase será peor. Porque en el pasado reciente la oposición que hoy es gobierno imputó sin rubor alguno 191 asesinatos a un gobierno de distinto signo, y esa oposición que hoy es gobierno se dispone a demoler el gran pacto civil de 1978, expulsando del sistema a uno de sus componentes esenciales y situando en primer plano de la agenda política a los que llevan toda su vida luchando por destruir el país y salvar sus reinos de taifas. Ahora que con el Estatuto de Cataluña y los acuerdos con Eta en España sólo van a campar a sus anchas los nacionalistas, podemos estar tranquilos. Con la Constitución de 1978, los liberticidas han podido hacer de todo. Con el nuevo invento zapateril, lo peor está por llegar.