miércoles, mayo 03, 2006

La gran estafa de la pedagogía (y XVIII): Epílogo


Al final, a mí, sólo me quedan preguntas.

¿Por qué es bueno innovar? ¿Alguien ha demostrado que la innovación es condición necesaria para el aprendizaje?
¿Por qué, en las publicaciones de pedagogía, los artículos finalizan sin un apartado de conclusiones, y aparece en su lugar un párrafo titulado usualmente Síntesis o A modo de conclusión?
¿Por qué se insiste en remarcar ciertas temáticas, tales como la gestión de los residuos o la lucha contra el supuesto calentamiento global, en *todas* las asignaturas, y no se remarcan otras ciertas temáticas no menos importantes para la formación de ciudadanos, como la honestidad intelectual o la necesidad de esforzarse para conseguir metas?

¿Cuánto se cobra por dedicarse a la Formación del profesorado? ¿Cuántos formadores hay en España? ¿Vive mucha gente de ello?
¿Por qué tenemos miedo a desobedecer las prescripciones de los pedagogos, si son supersticiones jamás probadas? ¿Por qué no nos negamos a experimentar con niños?
¿Por qué la metodología educativa que me ha servido a mí para ser una persona razonable no puede servir ahora a los párvulos, esitos y bachilleres actuales?
¿Los impulsores iniciales de la LOGSE, sabían cuáles iban a ser las consecuencias de un sistema comprehensivo (sic)? ¿Lo hicieron a posta? ¿La LOGSE se hizo para que la gente sepa menos? ¿He dicho ya que la incultura es la antítesis de la libertad?

¿Por qué los pedagogos claman por el respeto a todas las afirmaciones de los alumnos, por estúpidas y erróneas que sean, y se alarman, se estremecen y llegan al umbral de la regurgitación cuando un alumno del CAP intenta llevarles la contraria?
¿Por qué los pedagogos claman por hacer clases entretenidas, participativas y dinámicas, y las clases del CAP son taaaan aburridas, monocordes y estáticas?
¿De verdad hace falta hacer proselitismo ideológico para aprender?
¿Quién es el formador de los pedagogos? ¿Y el formador del formador de los pedagogos?

Muchas preguntas, y una constatación final. Ni el Estatut, ni el pacto con ETA: el verdadero fin de España será la pedagogía. Y una cosa lleva a la otra, o la otra a la una.