sábado, febrero 25, 2006

La rúa


Tiempo habrá para hablar del abominable e ilustrativo informe sobre periodistas, medios y personajes diversos del gobierno de Convergència i Unió, conocido estos días. Tiempo habrá para comentar todos los atropellos acerca de las opas a Endesa. Tiempo habrá para recrearse en la política gubernamental pacifista con ETA y belicista con fumadores, conductores y opositores. Tres aspectos, todos ellos, que son aristas de un mismo objeto, el nacionalismo. Pero hoy vamos a lo que de verdad importa: la rúa de Carnaval de Barcelona, esta tarde.

Iba yo por la calle de Sants ataviado con mi discretísimo disfraz de cactus (con sus pinchos y su sustrato verde), mientras esperaba junto a otro cactus y una vaca la llegada de los titiriteros diversos. Y en cabeza de la rúa, un enorme busto de Federico Jiménez-Losantos, con un micrófono de la Cope y un cartelito colgando que rezaba "Rancio". Tras él, un montón de personajes indescriptibles con micrófonos de la Cope, diciendo y haciendo gilipolleces, insultando a la cadena de radio.

Un evento público, municipal, financiado con impuestos, utilizado para cargar contra un medio de comunicación que escuchan decenas de miles de ciudadanos barceloneses. Yo no oigo especialmente a FJL, porque me levanto tarde y porque me gusta más Carlos Herrera. Pero la Cope es el único medio informativo que defiende sin fisuras y sin complejos la nación española y la Constitución vigente. Y por eso es ridiculizada por El Progre, ese ente metapersonal y extendido al que le gusta tanto la libertad de prensa como la meritocracia o el libre mercado.

Indignado (como es habitual), me he puesto a gritar profusamente ¡¡¡Viva la Cope!!!, con saltitos y señales de victoria en los dedos, todo incluído, con la esperanza de que las despreciables alimañas progres que insultaban a la Cope pudieran escucharme y asquearse, cosa que por desgracia no ha ocurrido. Tras ellos, una carroza con una señora-carroza dentro, saturada de senyeras y dando vivas al estatut. Joder, el desfile prometía, con tanto pan y circo institucional al principio. Tristemente, después el nivel ha ido bajando, y han aparecido pandas de bolivianos, gente disfrazada de llama de fuego, extrabajadores de la SEAT y frikies diversos.

Ah, las rúas carnavalescas, esos antros, también controlados por la agitación, como todo en esta Cataluña póstuma.