miércoles, febrero 22, 2006

Agravios y otras cosas


El nacionalismo en general, y el catalán en concreto, arrastra consigo toda una colección de creencias, distinciones, agravios y particularismos en toda clase de aspectos: folclóricos, empresariales, mediáticos, artísticos, eclesiales, y por supuesto históricos, entre otros.

Es más que una ideología: es una forma de vivir. Y una forma bastante cómoda, pese a tener que pagar el peaje de renunciar a creer en el individuo y sumergirse en la tribu homogénea de constituyentes indistinguibles y diferenciada de todas las demás tribus. Aunque peor es el peaje que pagan los que se niegan a aceptar la tutela totalizadora del nacionalismo: si no aceptas los axiomas, no eres de aquí, no eres de Ca[o]sa Nostra.

Si intentas observar desde fuera el lifestyle nacionalista, obtienes la satisfacción de sentirte un ser pensante y, a la vez, la más absoluta de las decepciones al ver la pobreza de muchos de los que te rodean, el completo abatimiento al observar cómo un reducido grupo de personas hace creer a una abrumadora mayoría de ciudadanos que se les está intentando hacer más libres. Por eso, y porque soy un poco masoquista, esta mañana he visto unas cuantas horas del programa matinal de TV3. Los mayores hallazgos:

1) El colegio catalán de mediadores no puede hacer congresos (debe llamarlos jornadas, convenciones, etc) porque esa categoría está reservada para el colegio español de mediadores. ¡Intolerable!

2) El Congreso de los Diputados está tramitando una ley que fije el uso de la lengua de signos y dé algunas facilidades al colectivo de los sordomudos. Sin embargo, la ley habla sólo de la lengua de signos española, y se olvida de la lengua catalana de signos. ¡¡Intolerable!!

3) La oferta pública de adquisición de acciones de la eléctrica alemana EON sobre la eléctrica española Endesa es una muestra de catalanofobia y de anticatalanismo. ¡¡¡Intolerable!!! (Y ya me imagino al presidente de EON mirando la tele, y pensando ¡¡Cielos, me han descubierto!!)

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