jueves, septiembre 22, 2005

El día sin políticos


Jornadas como la de hoy, oficialmente el día sin coches, son momentos que nos permiten un abandono transitorio de la melancolía y el pesimismo: hoy vemos confirmado cómo la sociedad civil puede vivir perfectamente al margen de las milongas que le cuente la clase política.

En esto del día sin coches (con un total de unos 80 kilómetros, como cada día, en los accesos a Madrid capital) yo veo una perfecta analogía a la reforma (sic) del estatuto de autonomía de Cataluña: los responsables políticos intentan por todos sus medios que el entusiasmo por el proceso cuaje entre la sociedad catalana, pancartas en el Nou Camp y carteles del PSC por la calles incluídos, y no hay manera.

Todo esto se debe a que en general, y salvo honrosas excepciones, la mayoría de personas son (somos, quizá) completamente estúpidas: lo que pasa es que (con todavía más escasas excepciones) las personas que optan por dedicar toda su existencia a la política son todavía más estúpidas que el común de los mortales, y por lo tanto no son capaces de darse cuenta de que la sociedad civil le importa un pimiento todo el politiqueo melifluo inútil, llámese día sin coches, llámese reforma de l'estatut, llámese alianza de civilizaciones.


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Lo han dicho Diego López Garrido y Pedro Cazerolo, dos grandes faros ideológicos de la izquierda contemporánea: los líderes de toda la socialdemocracia europea, el expresidente socialista francés Lionel Jospin, Artur Mas, la senadora socialista catalana Mercedes Aroz y el que no esté de acuerdo con la política zapateril de distacción del personal, son todos de extrema derecha.