domingo, julio 10, 2005

Imposturas


En agosto del año 2003, un apagón dejó a oscuras durante varias horas la ciudad de Nueva York. Pasaron casi 24 horas hasta que se pudo confirmar sin reservas que el apagón se debía a la caída de varias torres de alta tensión en el sur de Canadá como consecuencia de un fuerte temporal. Se trataba, pues, de un grave problema que no se habría dado si existieran trazados alternativos de suministro.

Cuando la información escasea, afloran los bulos. Si no hay noticias, el rumor infundado las reemplaza; ocurre siempre, está en la condición humana. Aquel día, ante el desconocimiento de las causas del apagón, un autodenominado grupo islamista, Abu Hafs, envió correos electrónicos a diversos medios de comunicación internacionales adjudicándose el apagón. Algunos picaron, y dieron la noticia con todo rigor. Era todo falso.

La tarde del 11 de marzo de 2004, también ese grupo desconocido Abu Hafs mandó otro correo electrónico a un periódico sensacionalista británico afirmando que la autoría del atentado de Madrid era suya. Falso de toda falsedad, de nuevo, pero no importó. Núria Bacardit fue rauda y veloz al anunciarlo en el telenotícies de TV3, con toda pomposidad, e intentando, con dificultad, no esbozar una sonrisa: Esta información puede cambiar nuestra perspectiva sobre el atentado, dijo la filósofa Bacardit. De este grupo fantasma luego nunca más se supo, pero no importaba, la cuestión era dar cualquier noticia, con o sin rigor, aunque se tratara sólo de un puñetero correo electrónico escrito en árabe.

Ayer, en Telecinco, volvió a aparecer Abu Hafs. Y cómo no, nuevamente un correo electrónico enviado a no sé qué publicación de internet. Y cómo no, nuevamente los medios españoles (a diferencia de los medios británicos) contándonos todo tipo de truculencias acerca de las imputaciones que se le atribuyen a Abu Hafs, pero olvidando todas sus reivindicaciones estúpidas. Sin pestañear, en el telediario de Fernando Olmeda pudieron decirnos que Abu Hafs dice reivindicar varios ataques a embajadas estadounidenses en 1998 y 1999.

Si algún medio de comunicación español al uso tuviera un mínimo de decencia, podría explicar que esos hijos de Alá de Abu Hafs tienen más imaginación reivindicando atentados que Iker Jiménez hablando de las caras de Bélmez. Pero no. Estamos en España. El país donde los correos electrónicos anónimos tienen credibilidad. El mismo país, además, donde la culpa de los atentados terroristas no la tienen los terroristas.