miércoles, julio 13, 2005

Cualquiera puede ser articulista (II)


Se esmera Bargalló en explicarnos lo importante que es reformar el actual estatuto de autonomía. Según sus propias encuestas, un 6% de los ciudadanos de Cataluña manifiesta estar preocupado por el Estatut, y apostilla el conseller: "De la encuesta no se desprende que el Estatut no interese. En todo caso, la ciudadanía entiende que no pertenece al orden de los problemas, sino de los instrumentos que pueden ayudarnos a resolverlos." O sea, don Josep, que la cuestión es que los ciudadanos somos imbéciles y no llegamos a comprender que su texto místico es absolutamente necesario para resolver nuestros verdaderos problemas, oh gran faro ideológico de l'esquerra nacional.

El muchacho intenta poner ejemplos que ilustren cómo va a repercutir en nuestra existencia vulgar el texto propuesto por la ponencia parlamentaria. Lo intenta, pero no puede. Que si traslado de competencias, que si rejuvenecimiento legislativo, que realidad social diferenciada. El conseller primer, además de dedicarse a obligar a sus escoltas a no llevar corbata o a ridiculizar en plenos parlamentarios a la prensa no subvencionada, bien podría explicarnos alguna vez para qué sirve el nou Estatut, en lugar de llenar páginas con palabras vacías. Páginas, por cierto, en las que en ningún momento aparecen vocablos como libertad o sociedad civil, pero sí competencias o marco nacional.

El invento que durante 14 meses se ha gestado en la sede de la soberanía popular tan sólo consiste en un texto de más de 250 artículos frente a los 70 del actual estatuto, lo cual da una idea del profundo espíritu liberal del nuevo texto, tan extenso en cuanto a las atribuciones que se le dan al poder ejecutivo. 250 artículos que, en realidad, sirven para poco más que permitir el incremento sustancial del número de funcionarios y realizar un ejercicio solemne de estupidización colectiva al incluír apartados tan pintorescos como el derecho a ser feliz. Y todo al tiempo que se profundiza en la visión absolutamente torticera y pepiñoide que pretende presentar a Cataluña y a España como dos realidades contrapuestas, irreconciliables y antagónicas. El que no os conozca, que os aplauda.


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¿Al Rey le pone Ibarretxe, no? ¿Por qué se abrazan y se estrujan cada vez que se ven?