martes, abril 05, 2005

Y esto es sólo el principio


Siento tanta curiosidad como asco por los fenómenos de masas; es impresionante ver en qué se transforma lo humano cuando un grupo de gente interactúa y funciona como una gran masa coordinada.

Estamos asistiendo estos días a la apoteosis de la masificación. Una cantidad inconmensurable de fieles acude a Roma, se concentra frente a la basílica de San Pedro e invierte siete horas de su tiempo para contemplar durante unos cinco segundos el cadáver de Juan Pablo II. Yo, que soy un católico al uso, no consigo entender qué sentido tiene ir a ver in situ el cadáver del Papa, de la misma forma que nunca he comprendido esa idolatría multitudinaria que se le ha mostrado en vida.

No soy amigo de las masificaciones irracionales, valga la redundancia, ni de la cobertura mediática que se le está dando a la muerte del pontífice. Resulta sobrecogedor ver que la misma cadena que hace diez días ridiculizaba la Semana Santa dedica ahora toneladas y toneladas de almíbar y habla de Juan Pablo II como "el Santo Padre". Yo veo coherente que la Cope cubra abastamente el fallecimiento, como debe ser. Lo absurdo es que TVE gaste 24 horas seguidas en ello, o que los tertulianos de TV3 se esmeren en discernir si éste ha sido un buen Papa para Catalunya, que no Cataluña. Y esto es sólo el principio.