martes, diciembre 14, 2004

Notas metropolitanas


El tranvía ha retornado a Barcelona. No puedo reprimirme: las unidades que pululan por la red del Trambaix y el Trambesós son muy modernas, pero a pesar de su vanguardismo no pueden circular sin conductor debido al elevado número de pasos a nivel.

El tranvía abandona la parada de Can Rigal con una cierta pendiente descendente en sentido Francesc Macià. En pocos segundos, el conductor se las apaña para poner el convoy a 50 km/h e inmediatamente después hacer reducir su velocidad hasta la friolera de 10 km/h para trazar la cerrada curva que da entrada a la avenida de Chile.

Justo antes de esa curva, no hace más de un mes, del balcón de un pisito junto a la carretera colgaba una pancarta que rezaba "Tirititram, tram, tram... Soterrem les vies?". El inútil que colgó esa pancarta ignora que si el tranvía circulase soterrado, dejaría de ser tranvía. Ah, cuán eficaz hubiera sido una nueva línea de metro entre Barcelona y Esplugues. Pero no se dio el caso, y tenemos lo que tenemos (posiblemente, tenemos lo que nos merecemos los del cinturón).

Lo curioso no es esa pancarta. Lo sorprendente es que ahora en ese mismo balcón hay otro cartelito colgado, pidiendo la libertad de unos antisistema de Hospitalet (que por cierto ya han sido liberados). Debe ser extremadamente placentero para el vecino en cuestión saber que sus exhortaciones son leídas a diario por una multitud de sufridos viajeros justo antes de no saber a qué barra agarrarse cuando el tranvía de turno toma la peligrosa curva. Me muero de ganas por ver la próxima demanda.

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El alcalde de Hospitalet, Celestino Corbacho, ayer en el diario gratuito Metro. Usted ha llegado a ser el presidente de la Diputación de Barcelona, que compagina actualmente con la alcaldía de la segunda ciudad de Cataluña. ¿Se ha planteado dejar el consistorio, señor alcalde? No, no -remuga Corbacho-, para mí Hospitalet lo es todo, no pienso en dejar la alcaldía.

No me extraña, Corbi. Entre otros motivos porque es condición necesaria ser concejal de algún municipio de la provincia para poder ser presidente de la Diputación de Barcelona. Por supuesto, para nuestro Corbi, Hospitalet lo es todo para él. Puro sentimiento patriótico de servicio a los ciudadanos. Nada que ver con el hecho de que combinar la alcaldía de Hospitalet con la presidencia de la Diputación provincial reporte unos honorarios superiores a los del presidente del Gobierno.