martes, diciembre 07, 2004

Brillantez Hacadémica


Publica hoy la OCDE una noticia que no es noticia, es algo conocido por todos: los jóvenes somos unos ceporros.

Los conocimientos que adquieren en las escuelas e institutos los adolescentes colocan al alumno español en el puesto 22º entre los 29 países miembros de la OCDE, o si usted lo prefiere, en la 8ª posición en el ranking de inútiles. Conozco el caso de una niña colombiana que vino con su familia hace pocos años a España y tuvo que perder un año haciendo el vago en las asignaturas de ciencias, puesto que, con su formación matemática, llevaba más de un curso de ventaja sobre los coetáneos de su misma edad.

La principal causa del empobrecimiento cerebral de los alumnos españoles no es, como balbucean algunas sabandijas, el escaso (¿escaso?) gasto: no veo por qué debe haber una correlación entre el gasto por alumno y sus resultados académicos.

El verdadero motivo es esa maravilla gestada a principios de los 90 llamada LOGSE. Si el máximo objetivo del socialismo es vivir sin trabajar, la LOGSE es la plasmación del socialismo en las aulas. Puesto que se consideraba que el índice de fracaso escolar era demasiado elevado, se optó por rebajar el nivel de excelencia exigible, olvidando que cuanto más asequible es lo que se pide, menos se trabaja, y por lo tanto menos se aprende. La LOGSE es, de esa manera, un lastre que no premia el esfuerzo, y que contiene párrafos notables en su articulado, tales como:

"No debemos considerar los errores como tales, sino como expresiones del dinamismo subyacente del alumno"

El ignorante que escribió esa ley no ha leído a Aristóteles y no sabe que el dinamismo nunca puede ser subyacente. De tales instigadores, tales resultados. Querían un sistema educativo que diese lugar a igualdad de oportunidades para todos, e iguales son las oportunidades en la vida para los alumnos que hoy terminan sus estudios: cero.